por Salomón Alberto Rushdie
Asqueado de las indecencias, de los corre, vé y díle.....de los borrachos sin V.I.P , de las groupies que creían la sarta de imbecilidades que Melba juraba sobre Ukranian, el dr Morales desde Montevideo me fastidia con su requerimiento....Salomón, es tu turno santurrón!.
Subo a un taxi manejado por un hombre obeso....habla sobre el tiempo, el frío, Cobos y la democracia, me dice que lo apodan "Pepe" (como si yo le hubiese preguntado), bate que conoció a Giordanino en el siglo XX.....en otros tiempos, en otros códigos, vaya a saber que perversión ruin guarda, 12 pesos, muy caro.
Ingreso a un departamento demasiado limpio, enciende un cigarrillo....las mujeres de bien no deberían fumar, males congénitos a su futura descendencia.
De su experiencia adolescente usted guarda gratos recuerdos literarios, cuáles son?
Yo empecé a escribir de muy chica pero no literatura, escribía infinitos diarios personales de los cuales habré tenido unos ocho cuadernos, todos gorditos, creo que empecé en sexto o séptimo grado.
Dejé de escribirlos cuando empecé con los poemas en la secundaria.
La escritura infantil estuvo muy bien hasta que un día tuve la necesidad imperiosa de llevar el diario del momento (cuya lectura compartía a veces con dos de mis amigas) a la escuela, porque quería describir in situ al chico que me gustaba…
Y fue un desastre porque algunos vándalos del grado me lo quitaron, lo enarbolaron como trofeo, corrieron por los pasillos con él en alto y todo terminó en la dirección de la escuela.
No sé si la Señorita Ana Laura lo leyó pero me pidió que no lo llevara más.
En la secundaria siempre fui la “rara” que se quedaba en los recreos adentro del curso y escribía poemas atrás de los mapas o las fotocopias.
Nunca publiqué ni siquiera en la revista de la escuela, era extremadamente introvertida.
Compartía esas cosas con algunos de mis amigos, sobre todo con uno que actualmente sigue siendo mi crítico directo y dilecto, Leandro Waisman, para más datos, actual cónsul en El Salvador. Me lee los cuentos por mail y los charlamos.
En el medio de eso, creo que en segundo año de la secundaria, fui a unos 4 o 5 encuentros a un taller literario de una escritora de Santa Fe.
Todavía recuerdo la primera vez que se leyó uno de mis poemas: silencio absoluto de todos los presentes. Eran poemas muy tormentosos, no necesariamente amorosos. Fracasé completamente en esa experiencia de taller.
Es cuasi axiomático oír hablar a los escritores del síndrome de la página en blanco, yo sólo sé del síndrome de Estocolmo y el de abstinencia…a usted, le aqueja alguno de estos tres?
Mmmm… no debería decir que siempre he fantaseado con que algún caballero desconocido me rapte, así que por regla de tres supongo que me encantaría padecer el de Estocolmo. De abstinencia sólo he padecido por amor, como corresponde.
Lo de la página en blanco existe, pero no me preocupa en mi caso.
Cuando escribo es porque tengo algo para decir, nunca antepongo la página al deseo, lo cual se traduce muchas veces en la irregularidad de mi trabajo de escritura: soy muy mala en eso de programar un ritmo de trabajo constante.
Me es imposible sentarme todos los días a escribir, pero como corrijo muchísimo siempre estoy re elaborando.
Generalmente suprimo mucho, soy muy barroca para escribir y eso me molesta, por eso limpio el texto hasta que creo tener lo necesario.
En la mesa ratona de su living, descansan textos de Manuel Puig, acaso el mayor estandarte de una literatura que indigesta mi aramea y heterodoxa orientación sexual….a qué obedece semejante admiración ante un fantoche depravado?
En primera instancia esos textos están ahí porque este año intenté cursar el seminario para la tesina que me queda de la carrera de Licenciatura en Letras, con Norah González, que trabaja con ese autor.
En segunda instancia la admiración existe desde que leí Boquitas Pintadas y me sentí muy cercana a la forma de poner en habla literaria el ritmo interno de los personajes , y la maestría en el manejo de la forma narrativa.
Los recursos simples son los más efectivos para escribir: hacer hablar a un personaje, ponerse en el habla del otro y hacerlo decir.
Me falta mucho para aspirar a conjugar la forma narrativa de la manera en que él lo hace.
Pero me siento muy cercana al ritmo de lo íntimo que hay en el decir de los personajes de Puig, esa especie de caricia muy íntima y terrible a la vez.
Terrible en el sentido de aquello que se nos dice detrás de lo que se cuenta, que en Puig siempre tiene que ver con el quiebre de los límites visibles.
El quiebre de los límites visibles......con qué objeto? Para qué? A lo que debo postrarme....esperemos que tanto vicio se reviente con su límite......vuelvo a Herederos de Ignatius J.Reilly, seguramente me esperan, nada importa, mil fantasmas peores.
1 comentario:
Vos sabés amiga mía que te quiero mucho.
Y en tu día, o en mi noche, arrincono dos reproches que se van a otra alcantarilla.
Andarás con las Corderos Dartagnanes?
O en películas de Deep, el muy cretino?
Los Vadinhos clandestinos, los Restaldis bienvenidos.
Y Sarsotis que con juicio, ven bailar a sus Coniglios.
Vayan Buccis alemanes diccionarios que le debo, ya lo creo.
Si te faltan el respeto...vos sabés de caballeros y de chetos.
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