miércoles, 28 de mayo de 2008

"Cuando termino una canción es como si me desembarasaze"


de la redacción de El Litoral


El músico sigue mostrando las canciones de "Sin vista al mar", su última producción discográfica. En comunicación con El Litoral, Caudana se refirió a su trabajo como compositor, a los desafíos de su carrera y a sus próximas presentaciones.
El sábado 17 de mayo desde las 22.30, en el Solar de las Artes -9 de julio 2955- el músico y compositor santafesino Mariano Caudana (ex La Moto, ex Los Pichones de Riviére) ofreció un nuevo show que se enmarca en la serie de recitales de presentación de "Sin vista al mar", su último registro en calidad de solista, en compañía de Mauro Bertoti en guitarra y coros.
En contacto vía Internet con el artista, éste se refirió a diversos aspectos de su trabajo y dejó constancia de los próximos pasos de su carrera.


"Presenté el disco en Rosario y en Capital; y en julio tengo previsto tocar en Montevideo. Trato de evaluar las condiciones que presentan los lugares más que el marketing que imponen. Buenos Aires es muy caníbal; me siento muy cómodo en un lugar como El Solar. La producción artística está a cargo de un músico como Martín Sosa, que conoce el paño.

-¿Estás trabajando material nuevo; éste sigue el estilo de "Sin vista al mar"?

-Sí, es muy probable que vuelva a estudios a fines de este año. Tengo alrededor de 20 canciones nuevas, de las que haré un recorte. La estética del nuevo CD será mucho más austera que en "Sin Vista....", se va a aproximar a lo que la gente escucha en vivo.


-¿Cómo definirías tu propuesta artística (si es que puede hacerse); hay en tu caso un "método" de composición?


-Soy muy obsesivo a la hora de trabajar una canción. Me viene ese impulso que podríamos considerar "musa" y me perturba durante varios días. Una vez que la canción queda terminada siento un gran alivio, como si me desembarazase.


-¿Cuáles son tus influencias, autores admirados, referentes: y por qué, quiero decir, qué te transmiten ellos que no otros?


-Estoy leyendo mucho a dos escritores santafesinos: Analía Giordanino y Adrián Alvarado. Tienen un gran manejo técnico. No me interesan los argumentos sino los procedimientos. Dentro de las propuestas musicales admiro a Astro Bonzo, mezcla de furia y lírica, eso es lo que a mí me llega del rock; y espero con muchas ganas que se reponga "La canción Vagabunda", un extraordinario espectáculo multimediático sobre la resistencia durante la Guerra Civil Española que montaron hace poco Federico Coutaz y Franco Bongioanni.

domingo, 25 de mayo de 2008

Talasofóbico










por Johnatan Alexis Morales

Repasemos de memoria.
Todos mis alumnos de la cátedra de Artes Escénicas en la Escuela Mantovani saben que la música nació en los lejanos reductos del ágora ateniense como la más cabal manifestación corpórea del arte de las musas, y que no tardaría en tomar una posición de privilegio dentro de las seis fuentes de inspiración que reconocían los sabios helénicos.
Mucho tiempo ha transcurrido, y demasiado hemos escuchado desde entonces. Allá y acá, su finalidad ha sido siempre suscitar una experiencia estética en el oyente, expresando sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas.
Caudana no es un aprendiz en la materia, pero parece haber olvidado ese cardinal concepto.
Mal que nos pese a algunos, el artista lleva recorrido un extenso camino desde sus imberbes orígenes en el juvenil Matakos.
Entonces, nada de lo que a continuación se argumenta podrá atenuarse esgrimiendo inexperiencia. Ojalá eso pudiera ser cierto…

El pasado sábado 17 de mayo, el cantautor santafesino Mariano Caudana presentó por enésima vez su primer trabajo solista titulado “Sin vista al mar”.
Reconocido deudor de la obra del enigmático charrúa Fernando Cabrera y del comunista Silvio Rodríguez, Caudana siembra de alusiones pretendidamente intelectualoides su discurso pero paradójicamente reniega de su formación musical académica. Esa sólo una de las tantas contradicciones que surcan su obra...
Caudana perjura también contra sus orígenes, evitando deliberadamente continuar el camino allanado con maestría por cantautores de la talla de Horacio Guaraní y Miguel Angel Morelli. ¿Dónde han quedado las chacareras de lírica tradicional, los pasodobles y el resto de la simbología de raíz rural?
“Sin vista al mar” se vuelve también una burda chanza, una ofensa innecesaria al reclamo legitimo de los hermanos bolivianos que por estos días negocian una medida que puede significar su relanzamiento nacional.
Todas estas provocaciones con las que el autor irá incomodándonos denotan su tardía rebeldía adolescente, y poco condicen con el proceder racional de alguien que a contraturno recibe mensuales dádivas de la montonera Nilda Garré.
Deberemos reconocerle -nobleza obliga- un puñado de buenos versos, tales como “El escepticismo es un camino sin retorno, ancla en el cinismo como triste solución” o "sólo me resta esperar que te parezcas al tiempo en la virtud de olvidar". Ninguno de ellos conseguirán de amortizar los 10 pesos que vale la entrada.

En las sombras de la escena lo acompañará imperturbable Mauro Bertotti, uno de esos imprescindibles partenaires que le hacen a uno tener siempre presente al Art Garfunkel de “The Sound of Silence”. Por espacio de noventa minutos irán desfilando de a ráfagas el resto de sus ocasionales invitados, quizás confiando que una aparición concisa no los hunda junto al capitán del navío. Ninguno podrá sacar a flote una barca que hace rato parece condenada al naufragio.
Esta realidad no parece afectar al lumpenaje presente, acostumbrado a abstraerse de tantas incongruencias perdiéndose en el interior de una botella de cerveza.
Afortunadamente, esto jamás podría burlar el refinado paladar de quién respalda su critica con décadas de incansable trabajo en el ámbito de la cultura y las artes escénicas.

Perdido ante una marea que por noventa minutos soplará irremediablemente a sotavento, Caudana se ahoga en las orillas.

martes, 20 de mayo de 2008

miércoles, 7 de mayo de 2008